Este relato fue seleccionado como uno de los diez finalistas del CONCURSO NAVIDAD REVISTA ZENDA A Melchor, que estaba tan tranquilo a lomos de su camello, esperando sin saberlo, que algún día le llegara su turno, lo levantó una potente fuerza desconocida por los aires, haciéndolo rodar por un espacio inclasificable y abstracto para él. En un segundo había desaparecido todo lo que había a su alrededor: compañeros, casitas, pozos, pesebres, pastores, animales... y se sintió como Dorita en El mago de Oz, sí, esa película que ponían muchas veces en los plasmas que tenía enfrente y que lo entretenían tanto en las largas y aburridas tardes. Cayó en una especie de jaula metálica, entre paquetes y cosas, que le hacía viajar entre extraños zarandeos que le revolvían el estómago (al camello se ve que no le afectaba porque s...