Para todo aquel que dedica su tiempo con pasión a lo que hace, el más mínimo reconocimiento de su obra representa un gran logro, porque es mucho más que una manera de expresarse, es una manera de llegar hasta una fibra sensible oculta en algún lugar que hace saltar los resortes de los engranajes más meticulosos. Y eso es lo que ha pasado con El siervo de Ulíses, como ya pasó con mis Historias Incontables publicadas en un libro por el certamen Gustavo Adolfo Becquer, o mi Historia de un Rey Mago publicado por el periódico La Voz de Almería. Esta vez ha sido gracias al periódico Ideal que otro de mis relatos ve la luz más allá de mis folios, y ciertamente la alegría reciente siempre supera a las anteriores. Por eso he colocado otra hoja de laurel en lo que algún día pueda llegar a ser una corona. El siervo de Ulíses Ulíses lloraba abatido, sentado sobre una roca, mirando hacia el mar. Céfiro le soplaba a la cara, despeina...