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Y NO QUERER PARAR



     No ser poseedor más que del propio tiempo; de los kilómetros recorridos; de los amaneceres y los crepúsculos; de las estancias en otras tierras, otros paisajes; de las salpicaduras de espuma y salitre de tantas orillas; de los ruidos, olores, sabores, imágenes, sensaciones, recuerdos; del vértigo, la vorágine, el cansancio...
     Ser amo de un tránsito contínuo, y no querer parar.


Ana Tomás García
@anniebuonasera




 

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