No hay nada como elegir bien lo que comemos, controlar las calorías, cuidar la microbiota. Ahora, que si hay un tejemaneje entre China y Taiwán, o con Rusia, Estados Unidos mediante, Europa por ahí anda. Que si a la espera de un mal rayo solar que nos parta. La chía, la espirulina y el kale, superalimentos que no deberían faltar nunca, alguna que otra pandemia tampoco está mal. Los listillos jugándoselo todo al monopoly: aparta que todo eso es mío, billetes uno encima de otro, y bombas, que este juego va en serio; los demás, a correr, y a barrer los céntimos hacia adentro; y a correr. El tofu, superalimento. Equilibrar proteínas y carbohidratos, y beber agua; beber agua porque si no nos secamos, nos da dolor de cabeza y nos afecta al riñón, nos morimos. Si nos cae una bomba, nos morimos. Si no comemos, nos morimos. Si nos gasean, nos morimos. Si nos fusilan, nos morimos. Si nos congelamos, nos morimos. Bueno, de una manera o de otra, al final, siempre nos morimos, luego ya está en que si comemos cereales integrales será mejor que si no. Las cejas pobladas abrigan la frente, es un dato, y tendencia; los labios tipo pico de pato también, tendencia. Si nos pica una abeja nos ahorramos el ácido hialurónico y luciremos labios de moda, con un poquito de molestia, eso sí; si somos alérgicos, nos morimos. La economía, arrasada; la sanidad, arrasada; la educación, arrasada; los campos, arrasados; las ciudades, arrasadas; los líderes con sus arengas en los púlpitos, estrategia del monopoly; perdemos siempre los mismos. Los perdedores a la ciénaga, a la fosa, al infierno, a la fábrica, al suburbio, a galeras, a la guerra, a la tumba. Somos buenos manteniendo la calma. Muy buenos. La clave está en la microbiota. A la vista está. El mundo es un prado lleno de mierda, y de vacas que se lo comen todo y se pasan la vida rumiando. El conteo de calorías, muy importante ya por estas fechas. El hongo nuclear, muy nutritivo. El verano a la vuelta de la esquina. Y Super Ratón ya nos lo advertía: “No olviden super vitaminarse y mineralizarse”.
Ana Tomás García
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