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EL FIN DEL MUNDO

          No tuve más remedio que saltar. El anillo de fuego me rodeaba y solo me quedaba el abismo, así que me lancé al vacío y circundé con mis labios su boca. Sentí un vértigo eléctrico durante el descenso, necesidad de gemir y acelerar la respiración. No pude evitar contusiones extrañas, ligeros espasmos, pérdida de fluidos...            La caída fue perfecta. Agotado sobre un lecho de pieles sudorosas, fui recuperando poco a poco el ritmo normal de mis pulsaciones, y allí frente a mí, el abismo infinito de belleza incomparable, me observaba con esa mirada de sensaciones recíprocas que henchían mi cuerpo de una felicidad harto perseguida, convirtiéndome en un ser completamente realizado.           Ya podía llegar el fín del mundo. Nada quedaba comparable con aquel momento, nada excepto repetirlo si al final el mundo no se acaba.    

¿QUIEN DIJO ARBOL DE NAVIDAD?

     Llevaba un par de días echándole el ojo a esa rama tirada, una rama magnífica que me negaba a ver en ese estado deplorable, cuando creí que sería gratificante darle una segunda oportunidad. Así que protagonizando uno de los episodios más graciosos de mi vida, porque la rama es grande y tuve que parar el coche al otro lado de la calle, cruzar con la rama arrastrando y luego, por supuesto, meterla en el coche, que fue lo mejor, pelearme con ella para cortarle algunas ramillas y poderla colocar en nuestro pequeño apartamento, la transformé en la estrella indiscutible del salón... A cambio me ofrece la visión espléndida de una escultural obra de arte, un pasaje a la fantasía, un pasadizo a un particular bosque encantado... Pasen y vean.   Arrancada de cuajo de un árbol magnífico quedó olvidada e inútil la rama tronchada...  Soñaba un sueño cubista de líneas, ángulos y esferas cuajada... Que emitía destellos de fuego, de oro...

GRACIAS

      Porque hoy es un día en el que quiero expresar mi agradecimiento  y ciertamente no encuentro las palabras, ( ya que divagan dispersas por un universo enorme de vocablos)  me sumergiré en la retórica para bucear por esas profundidades inmensas que a un corazón henchido y jubiloso recalan y rociaré de estrellas, caracolas y espumas saladas el cenit de todo aquel que osó abrir la maleta prodigiosa y halló entre sus tesoros mi alma de mariposas engendrada.        Por lo tanto,  dese por aludido todo aquel merecedor de tal galardón, que yo ya expresé sinceramente todo lo que quería en la anterior estrofa y de un solo tirón. Sólo me resta nombrar a una amiga que ha sido mi guía, the cat on the roof para tí en especial va esta mención. http://thecat-ontheroof.blogspot.co.uk/ Gracias a todos los que en estos días habéis abierto la maleta para dejar escapar a esas criaturas maravillosas, y gracias por aportar vuestro granito de arena a esta mi playa particular.

OTRA HOJA DE LAUREL

  Para todo aquel que dedica su tiempo con pasión a lo que hace, el más mínimo reconocimiento de su obra representa un gran logro, porque es mucho más que una manera de expresarse, es una manera de llegar hasta una fibra sensible oculta en algún lugar que hace saltar los resortes de los engranajes más meticulosos.    Y eso es lo que ha pasado con El siervo de Ulíses, como ya pasó con mis Historias Incontables publicadas en un libro por el certamen Gustavo Adolfo Becquer, o mi Historia de un Rey Mago publicado por el periódico La Voz de Almería. Esta vez ha sido gracias al periódico Ideal que otro de mis relatos ve la luz más allá de mis folios, y ciertamente la alegría reciente siempre supera a las anteriores. Por eso he colocado otra hoja de laurel en lo que algún día pueda llegar a ser una corona.   El siervo de Ulíses      Ulíses lloraba  abatido, sentado sobre una roca, mirando hacia el mar. Céfiro le soplaba a la cara, despeinando sus blancos cabellos, y desde el Ol