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Mostrando entradas de marzo, 2019

SIRENA

     Sí, mi madre siempre me contó que una vez fue sirena. Que varó en la playa una madrugada de otoño, harta de cantar para marineros que no le tenían ninguna estima. Porque las leyendas son muy bonitas pero la realidad es otra cosa, y que allí estaba ella, sola, y con una criatura a su cargo. Que aquel día decidió mudar la cola de lentejuelas por un par de piernas y emplear su voz para darme otro tipo de vida, y que no era cierto eso de que las sirenas enmudecían al poner pies en la tierra, que eso sólo pasaba en las películas.            Yo, que siempre fui un crío despierto, la dejaba fabular para que se creara esa atmósfera ingenua que se presupone en un niño, y tal vez también porque quería creerla. Desde luego que podría haberlo sido, porque las melodías que salían de su boca podrían haber encantado al ser más insensible del mundo, pero el cabaret La Caracola no era el fondo del mar;  las perlas que lucía en su cuello ni siquiera eran de Mallorca;  las lágrimas negras no