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Mostrando entradas de diciembre, 2012

EL FIN DEL MUNDO

          No tuve más remedio que saltar. El anillo de fuego me rodeaba y solo me quedaba el abismo, así que me lancé al vacío y circundé con mis labios su boca. Sentí un vértigo eléctrico durante el descenso, necesidad de gemir y acelerar la respiración. No pude evitar contusiones extrañas, ligeros espasmos, pérdida de fluidos...            La caída fue perfecta. Agotado sobre un lecho de pieles sudorosas, fui recuperando poco a poco el ritmo normal de mis pulsaciones, y allí frente a mí, el abismo infinito de belleza incomparable, me observaba con esa mirada de sensaciones recíprocas que henchían mi cuerpo de una felicidad harto perseguida, convirtiéndome en un ser completamente realizado.           Ya podía llegar el fín del mundo. Nada quedaba comparable con aquel momento, nada excepto repetirlo si al final el mundo no se acaba.    

¿QUIEN DIJO ARBOL DE NAVIDAD?

     Llevaba un par de días echándole el ojo a esa rama tirada, una rama magnífica que me negaba a ver en ese estado deplorable, cuando creí que sería gratificante darle una segunda oportunidad. Así que protagonizando uno de los episodios más graciosos de mi vida, porque la rama es grande y tuve que parar el coche al otro lado de la calle, cruzar con la rama arrastrando y luego, por supuesto, meterla en el coche, que fue lo mejor, pelearme con ella para cortarle algunas ramillas y poderla colocar en nuestro pequeño apartamento, la transformé en la estrella indiscutible del salón... A cambio me ofrece la visión espléndida de una escultural obra de arte, un pasaje a la fantasía, un pasadizo a un particular bosque encantado... Pasen y vean.   Arrancada de cuajo de un árbol magnífico quedó olvidada e inútil la rama tronchada...  Soñaba un sueño cubista de líneas, ángulos y esferas cuajada... Que emitía destellos de fuego, de oro...