La lucha se alimenta de batallas diarias contra la adversidad, a cuerpo descubierto en un campo minado de malhumores y tragedias individuales y colectivas, que hieden a fracaso y disparan proyectiles de ira; las trincheras se dejan en la retaguardia para descanso del guerrero que espera una nueva ofensiva, pero el peso de la lucha que lo lleve la infantería, encarando al enemigo con la llama rebelde del oprimido que pelea por causas justas. La chispa arde en Burgos; soldados de a pie ¡Aúpa! Ana Tomás García