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Mostrando entradas de noviembre, 2018

EN MÉXICO, MI GENERAL, EN MÉXICO...

     El viejo general creyó haber cerrado el círculo, digamos estar a salvo, en su chalet de madera en los Alpes Suizos. Habían pasado ya tantos años que incluso él había olvidado todo suceso trágico del que alguna vez hubiera sido responsable o consentidor. Sí, su muerte se presumía plácida, en su casa, en su cama, rodeado de su familia; solo tenía que dejarse llevar por la debilidad, que ya empezaba a ralentizarle el pulso y le aplastaba como una manta de piedra.     Todo parecía ir bien, como cuando uno se muere sin remordimientos, en paz, hasta que en el desvarío que pueda producir la falta de riego sanguíneo comenzó a reconocer los rostros de las personas que empezaban a ocupar cada rincón de su habitación. Porque, aunque no los hubiera conocido en persona, sabía perfectamente quienes eran; y cada vez llegaban más.       En un intento vano quiso llamar a su esposa, pero los labios no se despegaron, la lengua no respondió ni pudo abrir la boca, alguien le había puesto un pañ