Hay una sombra pegada a la pared. Se desliza inquietante por la calle arrastrada por el otoño irremediable que acecha a la vuelta de la esquina. Y parece ser de una mujer, porque suena tímido el taconeo de sus inevitables pisadas atravesando los huecos vacíos de las veredas desiertas.
Sopla un viento suave agitando las primeras e indolentes hojas amarillas sobre su invisible cabeza, y puede que sea yo, que no he salido de casa y miro a través de las ventanas abiertas, porque siento un leve gravitar y una sensación extraña de alma que se aleja...
Ana Tomás García
Quién sabe, tal vez seas tú, o tal vez sea el deseo de serlo.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Touché mon ami. El espíritu otoñal que viene con mucha fuerza... Saludos.
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