Qué puritanos nos hemos vuelto todos de repente. Resulta que ahora nadie se acuerda de los chistes que ha contado durante toda su vida sobre mariquitas, gitanos, gordos, tontos del pueblo, cojos, mancos, tuertos, etcétera, etcétera, etcétera. Resulta que no nos importa llamar negros de mierda a personas que se juegan la vida (porque ya no tienen nada más que perder) huyendo de una miseria para nosotros inimaginable porque somos seres ¿civilizados? Resulta que no nos importa que nos carguen con deudas privadas (Bankia (por citar un banco), Proyecto Castor, si, ese negocio que le ha salido redondo al presidente del Real Madrid Florentino Pérez y que por poco hace desaparecer,literalmente, a Albacete del mapa español por culpa del fracking, etc.) para lo cual se ha recortado en sanidad, educación, derechos sociales y nos han subido la factura del gas, de la luz, del aire que respiramos... Resulta que no nos importa que los jueces que han sido designados para juzgar el caso Gürtel sean amigos de la señora Cospedal, o que Esperanza Aguirre aparque donde le salga de las narices y arrolle prácticamente al pobre agente de movilidad que hacía su trabajo aquel día y pretendía multarla por incumplir la ley, o que un señor con la corbata bien puesta diga que la pobreza infantil es culpa de que haya padres pobres, o que la infanta Cristina (a la que han despojado de su ducado ¡oh qué pena!) siga viviendo a lo grande en Suiza porque la seguimos manteniendo, a ella, a su regio padre y a su regia madre que hacen lo que les place porque aparte de amasar sus fortunas personales haciendo negocios en nombre de España, les seguimos dando un salario que nos recortan de nuestro sustento, o que se repartan miles de millones (caso ere Andalucía) entre cuatro amiguetes, o que todos los altos cargos sean aforados para que no se les pueda juzgar, o que se hayan comprado y robado votos a ojos vista en las últimas elecciones municipales, o... ¿Sigo? Pero nosotros ¿quienes nos creemos que somos? Somos camareros que pasamos el día sirviendo cañas en un bar reventándonos los pies, somos limpiadoras que nos partimos el lomo ninguneadas por serlo, somos albañiles en paro, somos agricultores que vendemos hortalizas a ridículos céntimos, somos profesionales trabajando de pinches de cocina, somos emigrantes, somos tristes empleados explotados que bailamos por un mísero sueldo, somos autónomos que no podemos pagar por serlo, por no poder, no podemos ni ponernos enfermos... Somos esclavos de un sistema que nos está aniquilando como ser humano despojándonos de nuestra dignidad y convirtiéndonos en sucios vasallos, pero nos dicen que uno de los nuevos en el ayuntamiento de Madrid puso un chiste de mal gusto hace cuatro años en Twitter y no nos molestamos en saber bajo qué contexto se publicó, directamente lo condenamos a la hoguera, removemos cielo y tierra para descalificarle y nos lo comeríamos vivo si pudiéramos porque somos ciudadanos de primera, los perfectos, impolutos e inmaculados. Somos de un cutre exquisito. Por cierto, los ciudadanos que le pitan al himno y a la bandera también son españoles que les duele la patria, porque son conscientes de todas estas diferencias.
Ana Tomás García
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