La inocencia perdida se convirtió en una jauría de niños violentos, que esperó paciente la llegada de Santa Claus, para librarse definitivamente de aquella parafernalia tan infantil.
Ana Tomás García
La inocencia perdida se convirtió en una jauría de niños violentos, que esperó paciente la llegada de Santa Claus, para librarse definitivamente de aquella parafernalia tan infantil.
Ana Tomás García
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