Ir al contenido principal

LO QUE OPINO SOBRE LA COMIDA PRESTA A CADUCAR

     Hoy me voy a permitir la licencia de escribir un artículo de opinión porque la vena se me hincha por momentos y tengo que dar salida a esa presión. 
       Llevo un par de días leyendo artículos de carácter indignado a propósito del tema de la comida presta a caducar rebajada de precio en los supermercados. Bien, inspiro, expiro, y comienzo: En Inglaterra, donde llevo viviendo hace ya un año, es práctica habitual de cualquier customer (cliente para los profanos) echar una ojeadita por el lugar habilitado en algunas estanterías, llamado still fresh (todavía fresco o lo que es lo mismo apto para el consumo) para comprobar si algo de lo que hay allí colocado es lo que va a comprar pero mucho más rebajado, en algunos casos como he podido comprobar su precio en libras ha quedado reducido a peniques (lo que viene a ser de euros a céntimos). Recuerdo que al principio me pareció una maravilla que esos productos que están en perfecto estado se pusieran a la venta rebajados de precio en vez de ir directamente a los contenedores de basura, pero lo que más me sorprendió fue que esta práctica la llevan a cabo en todos los supermercados y todas las clases sociales, desde el ejecutivo de corbata y chaqueta que busca un sandwich de atún y mayonesa, un yogur bio y un batido dietético, pasando por la señora que se lleva un pollo, una ensalada de hojas verdes y un pastel de carne, hasta el currito que ha terminado su jornada y se lleva una bandeja de macarrones boloñesa y un paquete de corned-beef para el bocata del día siguiente... Y nunca he visto a nadie dándose empujones o escondiéndose para no ser visto.
        Ahora viene lo bueno: Resulta que en España todo el mundo se está rasgando las vestiduras porque a ver cómo lo hace para que el vecin@ no l@ vea pasando siquiera al lado de la estantería ubicada para esos productos que son para ciudadanos de tercera, cuarta o quinta. Que si es una clara diferenciación clasista, vamos un apartheid, que como me da vergüenza, compro el paquete de yogures a un euro y cincuenta céntimos en vez de a sesenta céntimos, es un poner, y así no se nota que puedo parecer pobre y demuestro lo inteligente que soy. De traca y pandereta. Como siempre dejando aflorar un orgullo superlativo cuando menos falta hace.
        En fin que cada uno saque sus conclusiones y haga lo que crea más correcto hacer, hasta aquí una servidora se ha despachado a gusto y empieza a bajárseme la hinchazón, aunque todo no se queda en estas líneas, me quedan un par de cosillas más que decir sobre una campaña publicitaria que me está tocando la moral, pero eso será otro día. Corto y cierro.



                                                                          Ana Tomás García

Comentarios

  1. En eso, como muchas veces sucede, la picaresca nos da ejemplos de cómo nos gusta engañar a los demás para que no vean nuestra deshonra. Llegaremos a echarnos migas por la camisa para que la gente piense que hemos cenado.
    Estoy contigo, Ana.
    Un saludo
    Juan M

    ResponderEliminar
  2. Me produce tanta impotencia que la gente no vea más allá de sus narices y que se acurruque tan infelizmente en una cómoda inopia, que me suelen llevar los demonios por dentro jejeje. Gracias por pasarte Juan M. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Si te apetece compartir tus relatos pásate por aquí.

    http://280ypunto.blogspot.com.es/
    Un saludo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario