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LA TUMBA DE LOS PRODIGIOS


     Los muchachos sacaban con entusiasmo y sumo cuidado del nicho, los restos, que según los expertos, pudieran ser de uno de los más grandes literatos de la historia. Había tal expectación con el hallazgo que no se reparó en gastos. Presupuestos desorbitados para reunir al mejor equipo, extraer, analizar, comprobar y depositar tan geniales reliquias, en caso de serlo, en un lugar digno de tan ilustre figura. Por supuesto, las máximas autoridades ya contemplaban la posibilidad de darle un abrillantado, algo así como un merecido recordatorio, a la extensa y olvidada obra del ilustre, que acumulaba telarañas en los anaqueles de las bibliotecas vacías de gente. El proceso era portada en todos los diarios y abría los noticieros como si Jesucristo hubiera decidido bajar de los cielos a saludar a sus paisanos. Se hacían eco en todos los colegios, institutos y universidades, como si los huesos del Príncipe de los Ingenios pudieran dotar con su mera presencia de sensibilidad al más insulso de los cerebros, claro, que leer lo que dejó escrito, ahora, resulta aburrido a los ojos acostumbrados a pantallas de litio plagadas de garrafales faltas de ortografía que queman las retinas y no son corregidas por los que aún conservan tales conocimientos para evitar el asedio de insultos. Que la gente no quiere quebraderos de cabeza con historias de hace cuatro siglos aunque sean las más editadas y reconocidas de la literatura universal, que basta con visitar un mausoleo en su memoria, previo pago, para dárselas de intelectual, y hacerse un selfie con el estúpido palito para salir guapos con el insigne monumento detrás.
     En fin, que la sorpresa fue mayúscula cuando al intentar separar los huesos del resto de despojos, maderas, sudarios, etc., éstos se fueron transformando en un polvillo volátil que se extendió por el aire de la habitación desapareciendo como el humo sutil de una imaginaria hoguera, dejando todas las actividades previstas, las fotos, los apretones de mano y el ensalzamiento de la cultura, en nada. Y así quedó la algarabía inicial, hundiéndose en un mar de agua de borrajas, porque sin vestigios del ilustre a ver quién es el guapo que se lee una novelita de aquellas y le rinde un homenaje…

     Si supieran que el célebre maestro anda inquieto por el Parnaso rogándole a todos los demonios que tales tropas no usurpen el descanso de sus pobres huesos. Si supieran, ay si supieran, dejarían de hacer negocios con tibias y calaveras y fomentarían más la cultura y las escuelas, pero el vulgo culto no enriquece y aquí, la saca llena, es lo que cuenta. 


                                                                  Ana Tomás García



Comentarios

  1. Ana, me has arrancado una sonrisa, triste, pero sonrisa. Lo has contado muy bien, lo importante es la saca del turismo, lo demás. Un chiste (no tanto) que ha corrido es "Los expertos dicen que M.C de hace seiscientos años significa Miguel de Cervantes, y no saben que significa MR en los papeles de Bárcenas". En fin, que la literatura también está para esta denuncia. Un aplauso.

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    1. Gracias Ximens, la pluma nos da ocasión para expresarnos, divertirnos, denunciar, combatir... Es maravillosa! Un abrazo.

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