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MARIONETA




MARIONETA


Macerada el alma a base de latigazos,

soporta la carne el escarnio

de ser víctima de un verdugo

que dice amarla tantísimo, tanto...

No hay lágrimas en su rostro cárdeno,

se van como el agua sucia

por un fregadero rodando,

mientras por las rendijas de la puerta

cerrada, a cal y canto,

escapan silenciosos los sollozos

de la frágil marioneta,

que acurrucada la cabeza entre sus brazos,

sueña escapar, algún día,

de la maraña de hilos que manejan su vida

bajo la fuerza de su vil amo.



Ana Tomás García




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