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Como si fuera un entremés cervantino




     En ese momento ella se cree sirena. Sirena arrastrada por la fuerza de una marea incontenible de furia desatada por un hombre que tira de ella por su pelo hacia una orilla de dolor, horror, pérdida y miedo; con las piernas paralizadas como si fueran una cola de pescado ya sin aliento, dejando un rastro de lágrimas  salinas por el frío y duro suelo. 
     Un arpón certero atraviesa su cuerpo de mujer, y le destroza la entraña que tanto le ha querido, desangrándola lentamente en una playa desierta, pues nadie oye sus gritos. Y la deja allí tirada, como se dejan los restos de un desperdicio. 
     Luego él, valiente, llora como si fuera un niño, se ahorca o se tira por un precipicio, o lo que es peor, hace una muesca en su arpón enumerando un trofeo merecido. 
     Y el resto, miramos con un poco de asombro el hecho como si fuéramos espectadores aburridos de una pesada obra, en donde de vez en cuando nos ponen, para despertarnos, un entremés cervantino.


Ana Tomás García
@anniebuonasera


  

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