Ir al contenido principal

QUERIDO BALTASAR...



     La chica sale de la ducha y se mira en el espejo. Es bajita y ligeramente deforme; nada que le impida hacer una vida normal, pero siempre un lastre en su autoestima. Piensa en el chico que hará de Baltasar y cierra los ojos, dejándose llevar a una parcela privada con la urgencia del deseo, recordando la fuerza de su cuerpo de ébano al ayudarla a levantarse cuando tropezó con la capa del disfraz de paje que acababan de entregarle para la cabalgata, mientras todos los demás se reían sin preocuparse. Le gustó su rostro serio, de una belleza animal, y la magia de su sonrisa al despedirse con aquel hasta luego, que le ofrecía, no por remota imposible, una oportunidad. Así que escribe, quién se lo iba a decir, una carta para el rey mago: "Querido Baltasar, ¿y si después del desfile vamos a tomarnos algo?", y enfrenta la jornada, vestida de paje, con la misma ilusión tremenda que ve en la cara de la chiquillería,  esperando su respuesta.


Ana Tomás García


Comentarios