Mi artículo de opinión en el diario digital Almería 360 EL SÍNDROME DEL GRIFO
Tenemos el privilegio, o la desgracia, según se mire, de vivir en una sociedad
acostumbrada a que le den todo hecho. Pulsamos un interruptor en la pared y se
enciende una bombilla; abrimos un grifo y todo el proceso de la lluvia, desde
que se evapora el agua en el mar, viaja a las montañas, desciende en forma de
río, se acumula en embalses, etc. etc. se resume en un generoso chorro que
corre libre directo a nuestras casas. Y hemos caído en el error de creer que
eso es así, sin más, porque nosotros lo valemos, porque somos personas
civilizadas, y porque para eso pagamos impuestos. Se nos ha generado tal clima
de tranquilidad con respecto a nuestras necesidades básicas, que creemos que
por decreto divino, cósmico, o vaya usted a saber, esos suministros no faltarán
nunca, así nos asole una pandemia, nos caiga un meteorito o nos reviente una
bomba atómica. En el mismo grupo se incluye la comida, tan necesaria para
sobrevivir; leí hace poco un chiste que decía algo así: “Se han agotado las
bolsas de Doritos, y ahora qué hago, si yo no sé dónde viven para ir a
cazarlos”. Me reí mucho, pero me pareció
tan significativo y terrorífico a la vez. Qué fácil es encontrar de todo
en un supermercado.
Para ser benévola, quizás para refugiarme en un utópico consuelo, quiero
creer que esto es un cincuenta-cincuenta, vamos, que la mitad está con los pies
en la tierra y la otra mitad dando tumbos pillando moscas. Es que ni siquiera
hablo de estatus, hablo de idealización. Si el núcleo de la Tierra explota; si
se lía la mundial y el cielo se cubre de fuegos artificiales que son pepinos
nucleares; si en una carambola cósmica un meteorito nos parte en dos; si ha
lugar una glaciación; si un bichito invisible crea una pandemia y nos ahogamos
como pececillos fuera del agua… Todas esas situaciones que nos parecen tan
improbables, o nos parecían, pueden hacer tambalear nuestro mundo perfecto, de
hecho, lo estamos comprobando, desgraciadamente; y no siempre tendremos
respuestas, o soluciones, y habrá que adaptarse, y habrá que sufrir, y perder
para ganar; y cabe la posibilidad de que algún día desaparezca nuestro estilo
de vida tal y como lo conocemos, nos guste o no, igual que cabe la posibilidad
de que desaparezcamos como especie algún día, nos guste o no, y a ver quién va
a ser ese alguien a quien exijamos que nos salve el culo, o para ser más fina,
quien nos traiga todo el proceso de la lluvia en forma de chorro cuando abramos
el grifo porque nosotros lo valemos.
Ana Tomás García
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