Si tan siquiera abriéramos un diminuto resquicio en nuestro amurallado conocimiento, entraría libremente un soplo de aire fresco, liberándonos de la pesada densidad de la costumbre; liberándonos de una mohosa y rancia prisión de mansedumbre, ese aletargamiento en el que andamos sumidos gracias al espesor del aire enrarecido...
Ana Tomás García
En ocasiones basta con entreabrir un ventanuco, una gatera, pero esta vez hay que quitar el tejado y las paredes para que corra el aire.
ResponderEliminarUn saludo
JM
El aire está tan, tan enrarecido que se podría cortar con un cuchillo... Menos mal que parece que se van desmoronando ya algunos flancos. Saludos.
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